Mientras dibujabas tu ruta por las librerías de Nueva York, Sarah-Jane, el doctor Crawford te llamaba por detrás de los cristales, pero la lluvia se oía cada vez más fuerte y no le dejaba explicarte que te quería.
Un microscopio, la vida en una gota de agua. Eso es lo que te quería decir el doctor. La máquina de escribir, con su abecedario de teclas. El teléfono con las letras en ruleta. De todo eso quería hablarte el doctor Crawford, Sarah-Jane, de la mala suerte que traen las letras.