Terraformación, ésa era la palabra que había en los impresos. Convertir Marte en un lugar habitable como la Tierra, con un firmamento con pájaros volando. Pero aquí de momento todavía los proyectamos cuando el cielo está suficientemente oscuro. Tenemos más de un millón de imágenes escaneadas que nos mandó el servicio virtual de terraformación. Todas las aves de la Tierra catalogadas, fotografiadas en el aire, de mil maneras diferentes. A la pequeña Sally-Mae le dan miedo los pájaros, y eso que nunca ha visto los de verdad, los de allí abajo. ¿Verdad, Betsie, verdad que los pájaros aquellos eran una mierda? Yo me sentaba en la pica de lavar y tú, querida, encendías tu pipa de tabaco negro y nos pasábamos toda la tarde mirándolos. El alcotán, el águila perdicera, el pájaro sinsonte, el quebrantahuesos. Siempre eran los mismos pájaros, pero como nosotros no los sabíamos reconocer les poníamos los nombres que habíamos oído en los documentales. El cernícalo, el azor, el esmerejón. Betsie, los pájaros se van por el aire como la espuma de los días mientras nosotros fregamos los platos después de las comidas. Ya, tampoco me quito la americana para lavarlos, pero sabes que tengo mucho cuidado, que sé hacerlo sin mancharme de espuma ni jabón. ¿Te imaginas las mangas de una chaqueta sucias de espuma de los días?
Oh, Betsie, ayer se me volvió a aparecer tu hermana Clara en la valla. Sentada de lado, esperando con su bolso blanco. Parecía tan irreal. Sólo quería que supiéramos que todo sigue bien, bueno como siempre, en la Tierra. Es terrible, ¿verdad Betsie?
Son también terribles los sueños de Paul, tan huérfano de madre así en la Tierra como en el Cielo. Esas pesadillas que tu hermano tiene con su madre. Maldita sea, ¿no ves que nos llegan hasta aquí, hasta Marte, desde su cabaña de Falco? ¿Te acuerdas del día que también soñó conmigo y me vi sentado a su lado en las cataratas? Es horripilante lo que está pasando ese chaval, Betsie, y nosotros tan lejos, viviendo entre diapositivas. Reconstruyéndolo todo con imágenes viejas.
El coche grande aparcado, tan pegado a la casa, que hay que salir por la puerta del copiloto. Los esquejes de los arándanos rojos protegidos del frío con las bolsas de plástico de la tienda. Los niños que van al colegio de la mano. Pero no hay otra. Joder, Betsie, perdona, vale, ya paro. Disculpa que me haya vuelto a aparecer a ti en tu noche oscura de Marte. Es que nos dejaste muy solos aquí abajo. Y no paramos de morir. Tenías razón, cariño, la Tierra, los pájaros, todo es una mierda. Pero Betsie, es que estamos tan solos haciendo burbujas con la espuma de los días.