1: ¿Cuantas tiendas de La Baguetina Catalana podemos tolerar? En serio, ¡están por todas partes! Todas son exactamente iguales. Transmiten algo maléfico.
2: Un día entré en una Baguetina Catalana y sonaba la canción “Acabaré llorando“, de Jeanette. Nunca antes una canción de fondo había anunciado con tanta exactitud lo que estaba a punto de sucederme. Acabé llorando. Si de verdad existiera el “Heartbreak Hotel”, se llamaría La Baguetina Catalana.
3: Ir comiéndote una “torrada” rellena de jamón y queso comprada en la Baguetina Catalana por la calle sería es buena forma de hacerle saber a la gente que estás deprimido. Es más, podría ser la bandera del Orgullo Depre, al igual que en su momento el arcoíris fue popularizado como símbolo del orgullo gay.
4: Las tiendas de la Baguetina son como portales interdimensionales que conectan los diferentes locales. Entras en uno y sales en otro, siempre custodiados por un árabe catatónico a punto de llorar encima de las torradas repugnantes cubiertas de queso naranja. Pocas veces he visto a gente tan triste como los empleados de La Baguetina. A veces simplemente parece que están entre perplejos y extasiados de lo jodida que es su existencia. Si pudieran, meterían la cabeza en el horno de las baguettes. ¡Pero es demasiado alargado y estrecho! Lo máximo que podrían hacer es hornear algún gato callejero, seguro que lo hacen de madrugada, pero eso no diluye del todo la frustración, sólo la distrae momentaneamente.
5: Para mí, La Baguetina Catalana es como una especie de tienda conmemorativa al fracaso. Un monumento a la desesperación urbana after-hours erigido por algún bromista, un chiste para millonarios con mal gusto que luego decidieron reconvertir en franquicia. Un templo para depresivos y suicidas que alguien ha construido para blanquear dinero y reírse mucho.
6: Propuesta de eslogan: “La Baguetina Catalana, el lugar donde, además de sentirte como una mierda, puedes comer mierda. Ambas cosas son literales“.
7: Aparte de esto, los empleados siempre me dan el cambio en monedas. ¡Cómo me jode eso! La agresividad pasivo-agresiva de darte el cambio de un billete de veinte euros en monedas, otro signo distintivo de La Baguetina. Las conductas pasivo-agresivas de sus empleados, que te giran la cara a la menor ocasión. ¿Por qué hacen esto?
8: Si pudieran, los empleados de La Baguetina te tirarían café hirviendo en la cara. La mayoría lo han descartado. No quieren volver a la cárcel. Otra vez.
9: Si La Baguetina entregara premios, el trofeo tendría que ser a la fuerza una especie de copa blanda de mazapán marrón oscuro con trozos de jamón, queso y pimientos, un trofeo que se deshace, completamente comestible, que el ganador debería comerse de pie en La Baguetina Catalana, sin que nadie le aplauda, en un local vacío, en el que suena la canción de Jeanette, “¿Por qué te vas?“.
10: Me pregunto cuál será el ingrediente secreto que utiliza La Baguetina para que sus productos parezcan tan asquerosos. Son unos auténticos genios. Un momento, ya lo sé: una combinación magica de “desesperación” y “queso cheddar“.
11: Sin embargo, debo reconocer que me gusta ir de vez en cuando. Debe ser por el mismo motivo que me gustan las películas de Abel Ferrara.