Una contradicción muscular, entre el prejuicio y la pasión deportiva, me está doliendo en el hombro como enfermedad del celibato, y me aplico una pomada o un gel, porque hoy las pomadas son geles como los purés de pronto son cremas, pero a mí me vais a comer toda la polla imperiosa y marinada con vuestra merma del lenguaje, así que, desde la precisión, digo, me aplico todas las letras de una señora pomada con dos deditos de bendecir y en saliendo al sol temo echar a arder por las cervicales como efecto secundario, y hasta me extraña cuando no ocurre porque siempre he creído que la sabiduría germina en la intuición y no tanto en lo razonable, y que la razón sólo sirve para repeinar, para comprender sin garantizar el acierto, para pensárselo dos veces y si lo piensas dos veces ahí ya estás repensando, y pues ya no te va a dar tiempo a robar la pandereta.
Hoy jueves no ardo pero por lo demás todo estupendo. El país muy por barrer pero echándose unas risas (unos de otros) y a tope con el estatismo, que en puridad lingüística es la intervención desmedida del Estado en los asuntos particulares, pero que a primera vista se puede entender como un estarse quieto parao, no tomar decisiones drásticas y que vayan haciendo el cura, el alcalde y el guardia civil.
Termino esta era del petróleo caminando en zigzag, mirando de evitarme la práctica tan necia y extendida de caer en todas las trampas de mi época. Vuelvo a casa por la calzada porque en mi pueblo sólo las beatas andaban las aceras, amparadas en los setos, y llego al hogar donde hay en la puerta un olivo símbolo de paz y un ciprés que lo es de buena acogida, llego sobrio como un caballito de mar (sobrio como un hipocampo, qué te parece), vuelvo de gustar la noche en llamas como un hipocampo pero me quiero un psicopompo (¡hostia puta!), obstinado en alguna lucidez lírica y elemental que me permita encauzar estas palabritas (lo más penoso de la tarea de escribir es que tiene que hacerse con los ojos abiertos, me lamento) y así llevar a buen término todo este decir y decir y decir en el que me siento viejo frente a mí mismo, viejo comparado conmigo.