Por más que busco no encuentro dónde leí la frase del título y que me recordó aquella otra de Lorca que decía algo así como que él era poeta por la técnica, el esfuerzo y por saber, en términos absolutos, qué es poesía y qué no. Ese “saber”, me parece a mí, no es previo al esfuerzo, sino su consecuencia, la cristalización de un río de experiencias, un esqueleto generado por el organismo pero que a la vez lo sostiene. Muchas veces se nos hace dudar de la existencia de ese esqueleto, con el argumento de la mutabilidad de las culturas y lo convencional de los gustos, pero los que así opinan olvidan que el lenguaje, los símbolos y las narraciones no son creaciones de los individuos, y que nadie puede (o es muy difícil) pensar fuera de ellas, de forma que si bien es cierto que el gusto es convencional, eso no significa que sea arbitrario, al contrario, supone una construcción que se nos impone con la fuerza irresistible de un muro.
Borges resumió todo lo anterior diciendo que él sabía perfectamente cuándo estaba en presencia de la buena literatura, porque experimentaba una reacción física, y que su ambición era hacer un poema tan real como un objeto físico, como por ejemplo un anillo. Y si alguno de nosotros nos encontramos un anillo tirado en la acera vemos de un vistazo si es un anillo o un pendiente, si parece que está hecho de oro o de plástico, si es un anillo de boda o de compromiso, si está tirado o perdido, si tiene alguna inscripción en él o no, etc. Es decir, en un momento nos ponemos en el lugar de un artesano, un tasador, un antropólogo, un detective y un paleógrafo. Y finalmente decidimos si nos parece feo o bonito y nos convertimos en críticos de arte.
Chet Baker decía que la gente sólo le valoraba cuando tocaba fuerte y daba muchas notas, cuando a él le parecía que lo más difícil de tocar la trompeta era hacer lo contrario. Alguna vez me ha tocado la difícil labor de ser crítico musical, y siempre he intentado, de forma imperfecta, explicar todo esto. Porque creo que la principal labor del crítico no es fabricarse una firma ni hacer de publicista, sino comprender y explicar. Y porque la mayoría saben de lo suyo como tú de lo tuyo.