De la película Conan el bárbaro guardo tres frases, muy conocidas, como oro en paño (cito de memoria).
Primera:
“_—Conan, ¿qué es lo mejor de la vida?
—Beber vino en los cráneos de tus enemigos y oír el llanto de sus mujeres._”
Segunda:
“—Conan, ¿quieres vivir para siempre?“
Tercera:
“¿Qué es el acero comparado con la mano que lo empuña?“
Esta tercera frase merece una explicación, y como alcalde vuestro que soy, etc.
Los guionistas, siguiendo un esquema testeado mil veces en las pelis de artes marciales, deciden mostrar el “entrenamiento” de Conan: desde que lo atan a una rueda de molino hasta que unos señores de la guerra lo transforman en un espadachín consumado. La cosa tiene un trasfondo filosófico, “El Camino del acero”, similar al Camino del guerrero del Bushido, y que funciona como McGuffin. El malo anda masacrando aldeas en busca de un supuesto “secreto del acero” que le daría el poder supremo, bla, bla, bla. Cuando Conan da alcance al malo para vengarse por haber matado a sus padres, se lo encuentra convertido en un líder religioso, rodeado de miles de fieles. Y dice el malo: “Seguramente maté a tus padres cuando era joven y buscaba el secreto del acero. Pero, ¿qué es el acero comparado con la mano que lo empuña?“. Entonces el tío, con un gesto, le indica a una chica subida en un risco que se acerque, y la muchacha se despeña cual cabra de Buñuel.
No sé si la moraleja del asunto es aquello de “la pluma es más poderosa que la espada“. Yo estoy metido en mi particular camino del acero, intentando hacer canciones que no me avergüencen. Y mi duda es si se puede ser un gran artista siendo mala persona. Por lo que sabemos de Miguel Ángel y Céline parece ser que sí.
Bueno, eso es lo que significa para mí esa tercera frase: mejora tu técnica, pero sobre todo mejórate a ti mismo. No serás un gran artista, pero mira, eso que te llevas.