Hace veinte años me vi en una foto ilustrando un artículo titulado ¿Qué es un ‘indie’? Mi reacción, como la de cualquier persona sensata, fue pensar: “¿Cómo he llegado yo a esto?“. En aquel entonces no lo entendí. Hoy creo que lo tengo un poco más claro.
Mi tesis es que “la música independiente” no es un fenómeno musical, sino editorial. Es un concepto operativo en el discurso, pero no en la práctica. Un grupo no puede llegar al local y decir: “vamos a hacer música independiente“. Uno puede hacer jazz, bossa, rock, canto gregoriano o una mezcla de todo, pero la música “indie” no es un estilo. Nirvana no tienen mucho que ver con Chemical Brothers, ¿verdad?
Lo “indie” se define por oposición al “mainstream”, lo masivo, en el sentido de Ortega de “lo vulgar”. Así, por la recíproca, la música independiente es “lo excelente”. Los artistas que pretender entrar en esos círculos no construyen su identidad en función de su música, sino en función de la crítica. Como resultado, el artista ya no es dueño de su trabajo, sino que se transforma en una herramienta. Las canciones son una excusa para desarrollar un estilo de vida: bares, revistas, blogs, ropa, festivales, etc. La canción no es el producto final, sino el factor de producción de otros bienes finales. Por eso en España es muy difícil que un grupo que vende mucho sea reconocido en ciertos ambientes, porque la visión que tiene la gente de su música ya no depende de ellos.
Gustavo Bueno teorizó sobre el “momento tecnológico” y el “momento ideológico” de las instituciones. Cuando se le pregunta a alguien “¿Qué es la religión?“ no contesta “lo de los curas, las iglesias, el confesionario…“. Es decir, la “tecnología” de institución; contesta con la ideología: “la relación del hombre con Dios“, sin saber lo que es el hombre, ni lo que es Dios, ni de qué manera pueden tener una relación.
Hace veinte años me preguntaban a menudo “¿Qué es ‘la música indie’?“ y no sabía muy bien qué responder. Hoy diría: “No es un estilo de música, ni un modo de enfrentarse a la industria musical; ni siquiera es una subcultura heredada de la contracultura de los sesenta. Es que te llamen así. Un ‘flatus vocis’ que hay que combatir“.