Cuando uno se prepara para la guerra o una travesía, lo primero que se hace es buscar apoyos. Al principio mediante la seducción, la arenga, el razonamiento. Cuando la cosa no funciona, se empieza a tirar de chequera para “engrasar” los afectos. Finalmente, cuando eso tampoco sirve, la cosa se pone seria y hay que recurrir a la amenaza o la fuerza. Muchos recordamos aquellas películas de aventuras de los sábados por la tarde donde no era infrecuente que a un campesino medieval lo arrancaran de brazos de su familia para llevarlo a la Guerra de los Cien Años, o que el hijo de un tendero de Edimburgo se despertara en un buque de La Armada de Su Majestad en medio del mar tras haber firmado su orden de alistamiento durante una borrachera, pagada por el reclutador de turno.
En estos tiempos convulsos, donde hay tanta gente cavando trincheras y trazando líneas en mapas, no es infrecuente escuchar la frase “O estás conmigo, o estás contra mí”, o en una variante más elegante, “Si no eres parte de la solución, eres parte del problema”. La primera expresión es más como de pelea de taberna. Cosas así suenan demasiado groseras para determinados oídos educados, con lo que ha sido necesario eliminar las descalificaciones personales y buscar una manera de decir lo mismo, pero eliminando lo subjetivo, tan contaminado por los afectos y lo arbitrario, y presentarlo como si de algo objetivo se tratara, algo que está ahí, un “problema”.
Haciendo una búsqueda en Google, me encuentro un artículo en la Wikipedia donde se recopilan algunos momentos relevantes en los que la frase ha sido pronunciada:
- Jesús: “El que no está conmigo está en mi contra”. La Biblia – Mateo 12:30
- Lenin: “Cada hombre debe elegir entre nuestro lado o el otro lado”. 13 de noviembre de 1920.
- George W. Bush: “O estás con nosotros o estás con los terroristas”. 20 de septiembre de 2001.
- Darth Vader (personaje de ciencia ficción): “Si no estás conmigo, entonces eres mi enemigo”. Star Wars Episodio III.
Recuerdo también aquella otra frase de La Biblia, muy socorrida en estos casos: “A los tibios los expulsaré de mi boca y que ardan en el Infierno”, o algo así. No hay que olvidar que Yahveh era un primitivo Dios de la Guerra, y la tibieza, es decir, la duda, no es algo que puntúe mucho cuando vas a partirle la cara a un transeúnte.
Y sin embargo, las dudas están ahí. Y alguien puede llamar a conquistar el castillo y se le puede responder: “¿Estamos seguros en esto, o la estamos cagando?”. Y se puede hacer sin que sea una táctica dilatoria, o falta de compromiso. Tal vez sea porque todos los intentos anteriores de conquistar el castillo han sido un fracaso, tanto si se ha intentado por mar o por tierra; y también por el hecho de que a los que comandan la guarnición se les note un poco que tienen cara de tontos. Y es que yo, como Woody Allen, no me fijo en lo que dice la gente, sino en la pinta que tienen.