En las recientes discusiones acerca de la lucha por la hegemonía de unas culturas sobre otras, he echado en falta el cuestionamiento de los propios términos de la discusión, es decir, que existe una cultura de élite y una cultura popular, que ambas coexisten enfrentadas, y que lo que hay que hacer es tomar partido por una o por otra.
Existe un fundamentalismo esnob, heredero del puritanismo religioso protestante, que afirma que la salvación individual se halla en la cultura. O por decirlo de otra forma, la cultura es un signo de salvación. Así como en Estados Unidos, el hecho de tener dinero es un síntoma de ser buena persona, hay quien piensa que un cirujano corre menor riesgo de corromperse que un butanero. Y al revés, hay quien piensa que los pobres son la sal de la tierra y los ricos arderán en el infierno. A primera vista parecen puntos de vista enfrentados, pero en el fondo están pensando lo mismo, dándole la vuelta. Cuando San Pablo, tras caerse del caballo, pasó de perseguir cristianos a hacerse el más famosos de los cristianos, no cambió de intereses, simplemente cambió de bando. El mérito hubiera estado en haber abandonado todo el asunto y haberse hecho comerciante o artesano, cosa que no podía hacer, precisamente porque ya se encontraba demasiado comprometido.
Lo que yo cuestiono no es que uno pueda ser cristiano o anticristiano (que evidentemente se puede), sino si es posible trazar una línea en el suelo con una brocha y decir, como en el chiste del asturiano que entra en un bar, “de aquí para allá sois todos maricones, y de aquí para acá, hijos de puta.” Y no se puede trazar una línea porque la cultura no es un bloque homogéneo, sino que está formada por una inmensa cantidad de instituciones entrelazadas que conviven simultáneamente en todos los individuos y comunidades, y las conceptualizaciones de esas culturas son puramente ideológicas.
Por poner ejemplos: Se supone que la fabada es una expresión de la cultura asturiana. Pero, ¿qué significa eso? ¿Que el pueblo asturiano (si tal cosa existe) posee un espíritu propio (lo cual habría que demostrar) que se expresa en diversas manifestaciones culturales como son la lengua, las artes y la cocina, en concreto, la fabada? ¿Y si eres asturiano y prefieres la paella eres un mal asturiano? ¿Y los valencianos no van a poder hacer fabada? ¿Existe “la fabidad”? ¿Qué tiene que ver la fabada con ser asturiano?
Muchas voces en la comunidad negra se lamentan de que los blancos les roban su cultura para comercializarla. Al margen de las situaciones históricas de injusticia social que no niego, ¿qué deberían hacer los blancos? ¿Ignorarla? ¿Sólo los gitanos pueden tocan flamenco? ¿Si eres lituano no te puede gustar Paco de Lucía? Aparte, ¿qué elementos pertenecerían a la cultura negra y cuales no? ¿Los pantalones caídos sin cinturón pertenecen a esa cultura? ¿El sistema de alcantarillado del Harlem pertenece a esa cultura? ¿El traje de faralaes pertenece a la cultura andaluza? ¿Y las Minas de Riotinto, no? ¿Por qué? ¿Un teorema matemático no es cultura? ¿No está ahí para usarlo?
Los griegos lo tenían muy claro: las actividades del amo, eran artes liberales, y las del esclavo, las artes serviles. De ahí proviene toda nuestra distinción entre las bellas artes y las artes decorativas, entre las profesiones y los oficios, entre la alta y la baja cultura. La cuestión es si esa diferenciación sigue existiendo como tal, o la cosa es un poco más compleja. Los hijos de los pobres que quieren aprender a tocar el violín, ¿son traidores de clase?