Recorremos el desierto al sol del sur, con Morricone bien, que me pone bien, con el birimbao, la ocarina, un tío silbando, castañuelas, guitarra eléctrica, exhalaciones, trompeta, yodel, campanas, pífano, fusta y cobres. Me pone magnífico esta música tan primitiva y tan sofisticada, haciéndola el viento, y me dispone luego a lo que sea la armónica presagiosa de Charles Bronson. Necesito un caballo.
De noche, caminando la urbe (no hay caballo que valga), Salvi menciona los chiringuitos de flores, me habla de su abundancia. Un lugar con tanto chiringuito de flores es que tiene mucho perdón que pedir, creo yo. Y nos volvemos a casa.
En los aviones del sur nadie lee y nadie calla, y quienes leen, en este caso una pareja, cargan libros como La simplicidad del primer millón, ella, o Vivir es un asunto urgente, él. Está muy jodido, este par, o nacieron huecos o se han desecado por el camino. Puedo avistar unas líneas desde mi asiento y creo que es como rogar el golpe de gracia, leer aquello.
Ryanair es un zoco, espero no viajar nunca más con ellos. Deseo no estar aquí. Estás atrapado y te vamos a llevar al infierno parece ser la política de esta empresa, no hay vuelta atrás. La chica de Salvi está en lo de la aeronáutica y me cuenta (se lo cuenta ella a él) que en esta casa acostumbran a volar sin combustible de reserva, y entre que llega la muerte, la tripulación te vende el diario, un cigarro de cachondeo, perfumes, comida de cachondeo y hasta lotería que disculpan con una supuesta parte de la recaudación destinada a supuestos niños necesitados. Miro alrededor y nadie parece inmutarse, pero yo no puedo dejar de sentirme muy molesto con esa mención obscena a los niños, aunque sean supuestos. Otra cosa que dicen es que, si compras un boleto, tal vez te cambie la vida, pero como a mí me gusta la que llevo termino por enfrentarme a la azafata de nariz garrafal. (Antes he tenido tiempo de preguntarme por la correspondencia: si es cierto que los hombres de olfato sobresaliente calzan bravo, ¿presentarán hondura equivalente las mujeres de nariz épica?) Le digo que no tiene dignidad, que o da un volantazo o cualquier día se verá haciendo en tetas lo que está haciendo ahora vestidita de azul, venderme cosas de cachondeo, que la gente pierde la dignidad por un salario, le digo, ten cuidado contigo misma, es algo que he visto incluso en amigos, hemos de estar alerta, nos puede pasar a todos. En realidad no le digo eso porque logro darle un manotazo a mi energúmeno antes de ser hiriente, por eso se lo digo aquí ahora, para que lo sepa, porque arriba no se lo he dicho, aunque Salvi está más caliente que yo y la ha llamado vendedora con alas. Se lo grita. Eso me hace bastante risa mientras vamos descendiendo.
A la hora de tomar tierra ya habremos perdido toda cadencia y la nave se posa mal, de un tozolón, y el repente me ha pillado a contrapié y me muerdo por dentro. Y sangro por la lengua como un cerdo pero no abro la boca y me bebo mi alto contenido en hierro, mil amores y triste españolidad.