Deja de enseñarme el coño por Whatsapp. Así no vamos a ningún sitio. Esto no es serio, nada serio. No quiero cruzarme en el portal con tu marido y que me vengan a la mente esa cantidad de selfies: guarros. Somos vecinos y solamente nos vemos a través del puto móvil, de la pantallita. Me duelen los dedos de teclear. Es un coñazo. A mí también me gusta charlar. Hablar de tú a tú, mirando a los ojos a la gente. Ni mandarte cartas escritas a mano puedo. He pensado en dejarte alguna debajo del felpudo de tu casa, tocar el timbre y esconderme, pero me da mucha vergüenza. Nos conocimos por Badoo y el primer día que quedamos me dejaste que me corriera dentro. Lo hicimos sin condón, con el calentón. Increíble que los dos vivamos en el mismo bloque. Pienso que es la divina providencia. AMOR. Ayer, al bajar la basura, bastante tarde, me encontré en el cubo del vecindario aquel vestido que te regalé. Me costó mucho elegirlo. Esas cosas no se hacen. Por eso me he visto obligado a escribirte, tras una noche en vela y muchos sudores. No entiendo por qué me bloqueas a ratos en la mierda del Whatsapp y tengo que tirar de SMS, ¿o es un rollo romántico que desconozco? Miro tu muro de Facebook y parecéis una familia feliz. Menuda mentira. Hemos follado como animales. También con mucha pasión y sentimiento. La última vez, al despedirnos, me abrazaste con fuerza. Con mucha fuerza. Eso es que me quieres, ¿o no te quieres acordar? Tu hijo se huele algo. Coincidí el otro día con él en el ascensor y me miraba mal. Muy mal. Ni me saludó ni me dijo adiós. Agachaba la cabeza. Siento lo del lunes, te dejé un preservativo usado en el buzón. Fui yo. Sí. Fue una locura, lo sé, pero necesitaba llamar tu atención. Lo guardaba con ganas porque olía a nosotros. Como los clínex que escondo en una caja de zapatos debajo de la cama. Llevo mucho tiempo, demasiado, sin saber de ti. La última que te vi, en la cola de la pescadería, recuerda, te sonreí y me torciste la cara. No sé si me estás vacilando, estoy empezando a mosquearme mucho y no quiero volverme loco. No lo estoy. ¡Contesta a mis emails! Para que realmente exista lo nuestro todo el mundo tiene que hablar de ello. Voy con la verdad por delante. Mi verdad. Nuestra verdad. Las cosas tienen que cambiar. Como esto siga así pienso publicar todas esas fotos que me has mandado en pelotas. Me importa un cojón que el cornudo de tu esposo vaya al gimnasio. No aguanto más. TE AMO. Siento dejarte este mensaje en tu muro. Es lo que hay. CARIÑO.