El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Couscous tenía hambre de Dianna

Frank G. Rubio Señales— 13-03-2013

Amaba los leones y tigres desde que era una
niña, carecía de miedo hacia ellos y esperaba trabajar
en un centro de grandes felinos una vez concluida su
pasantía. Se sentía cómoda con los grandes felinos”,
comentó el abogado Paul Hanson, padre de Dianna, “la
querían”.

Gran parte de los horrores que nuestro mundo aporta vienen de la manera de interpretar los datos que la realidad no escatima servirnos en bruto pero que nosotros, avezados adictos a los espejismos, preferimos soslayar entregados a las más diversas y grotescas rutinas de tergiversación y ceguera. El hombre occidental ha pasado de someterse a las más abyectas supersticiones, muchas de ellas procedentes de avezados manipuladores de las aportaciones abrahámicas a la crianza del rebaño humano, a sumirse en la estupefacción que los medios de comunicación de masas, vectores privilegiados de esa fantasmagoría llamada “educación”, provocan en la variante urbanita, post humana o termitoide de las Postrimerías.

Un acontecimiento de una obviedad palmaria: un león devora a una empleada distraída se convierte en una peculiar y sentimental aportación humanista, llena de buenas intenciones, conllevando un manejo absurdo de recursos humanos y técnicos (por mor de la burocratización brutal imperante) junto con la emisión de imbecilidades consensuadas entre los especialistas, los periodistas que las vehiculan y la audiencia cuya inercia e ignorancia son de un desparpajo inmundo.

Couscous devora a su cuidadora, se investiga por los forenses si sufría algún tipo de trastorno.

Esta es una de las frases con las que se “informa”. Couscous devora… ya es un tesoro de frase. Pero la investigación de los forenses sobre el trastorno nos lleva a la pregunta clave: ¿trastorno de quién?, ¿de la joven que se pone imprudentemente al alcance del león macho?, ¿o del león que ataca “incomprensiblemente” a su cuidadora?

Lejos de mi intención ironizar sobre el destino de la desafortunada becaria cuya actividad voluntaria (es decir gratuita) pretendía sin duda hacerla avanzar en sus conocimientos de Veterinaria, pero no es sobre esto sino sobre los discursos anexos a su muerte sobre lo que incidimos.

¿Nos hemos vuelto todos gilipollas? ¿Es que para poder ser comprendidos por los imbéciles adoctrinados en el pensamiento Alicia de “lo políticamente correcto” y en las supercherías mediáticas hemos de rebajar nuestro nivel mental al de una caballa disecada?

Volvamos de nuevo sobre el asunto y ampliemos para entender lo que digo:

Tenía 26 años. Era voluntaria y hacía sus prácticas de veterinaria en este parque zoológico de California. La joven entró en la jaula de Couscous, un león africano, para alimentarlo pero nunca llegó a salir con vida. El león, que es además buque insignia de esta reserva privada se abalanzó sobre ella y cuando sus compañeros se dieron cuenta ya no pudieron hacer nada por evitar la tragedia. El zoológico permanecerá cerrado esta semana, mientras los forenses investigan las causas del ataque y si Cous Cous de 4 años podría sufrir algún tipo de trastorno que le llevara a atacar a su cuidadora. (Obsérvese el descuido al nombrar al león con el mismo nombre escrito de manera distinta. La ausencia de profesionalidad es la regla en los profesionales de la Comunicación.)

Todo el día andamos a vueltas con la corrupción de los políticos, no seré yo quien levante un dedo por ellos, pero estas excrecencias criminales han llegado donde han llegado (y siguen ahí) porque les percibimos a través de innumerables voceros decididos a distorsionar lo real para ellos. Periodistas, propagandistas, publicistas, ideólogos, comunicadores y etcétera decididos a reventar lo real para sus amos empresariales (públicos y privados), por unos salarios cada vez más magros, cargándose nuestras mentes en el evento. No sólo los Bancos, sino la Prensa, la Televisión, la radio, Internet y la Publicidad están detrás de la infecta entropía que nos invade.

Tras Edward Bernays y Gramsci (apologistas del engaño ad maiorem secta propia gloriam) han llegado los Bill Gates, los Zuckenberg y mierdas infrahumanas como Twitter, Facebook y “lo te que andaré morena que ya adviene”, que anegan con sus metíficas aportaciones el erial histórico, tras 6000 años de babelismo contumaz.

Sin olvidarnos de los también innumerables funcionarios públicos, cuya entrega es tan encomiable para los amantes de la burocratización generalizada. No puedo evitar citar a una de sus representantes con relación al caso:

La vocera del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California, Janice Mackey, dijo no conocer norma estatal alguna que prohíba a los empleados entrar en la jaula del león.

Habéis deducido bien: para mí, “lo público” es tan inmundo, tan corporativo, tan pestilente y tan antihumano como “lo privado”. Y si pensáis que eso es ser reaccionario, id a por una cuerda y ahorcaros con ella. Exu mediante.

Cuando una sociedad asume, entre otras muchas iniquidades y locuras, que una imbécil como Valerie Solanas, en vez de ser una candidata a ser emplumada y arrojada a un vertedero en un saco lleno de gatos rabiosos, es una intelectual señera, no es raro que pasen esta y otras muchas (y peores) cosas.

Pero la gran lección nos la ha dado Couscous, el honesto felino que ha mordido sin complejos, virilmente y sin distinción de género, la mano “protectora” que le alimentaba. Uno de los Nuestros.

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