El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Camino de servidumbre

Frank G. Rubio Señales— 11-02-2013

La Televisión es un invento extraño y diabólico,
nacido con la intención de informar, de dar a nuestra
ignorancia conocimiento, serenidad, conciencia.
Pero por alguna razón extraña y misteriosa, algo hay
cambiado. En lugar de dar información o sugerir una
cultura, lo destruye todo como una inundación, una
tempestad. Nada significa ya nada.

Federico Fellini

De la Televisión puede decirse lo mismo que de la Democracia moderna: es una de las claves de acceso, vía masificación, al despotismo. Es este un mundo bizarro que se asemeja no sólo al de 1984 sino al que retrata con certidumbre desencantada Benito Pérez Galdós en 1912:

Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte”.

Roberto Centeno, por su parte, cien años después, señalaba hace unos días:

Hasta aquí hemos llegado. Esta farsa de democracia se ha terminado. Su prolongación artificial solo añadirá mucha más miseria, mucho más dolor y muchas más lágrimas a los españoles. El grado de descomposición y degradación moral de la oligarquía política depredadora y corrupta, la que nos gobierna y la que está en la oposición, supera ya ampliamente lo considerado tolerable en el mundo civilizado. Y todo ello dentro del mayor desplome económico conocido por España en tiempos de paz, desplome que se está acentuando y no moderando. El miércoles, ante un Parlamento de aplaudidores y vendidos, Rubalcaba y Rajoy escenificaron con una desvergüenza pasmosa un debate amañado, donde el primero pasó sobre ascuas por la corrupción y el segundo ni la mencionó. Fue el hoy por ti y mañana por mí”.

Como en el relato de la montaña que parió a un ratón, tras tremendos movimientos sísmicos y estruendos, la circunstancia y las Oligarquías harán lo imposible por garantizar el tránsito hacia una nueva forma de “normalidad” que les permita salvar sus vampíricas atribuciones y privilegios y mantener el chiringuito funcionando. La sucesión pacífica y modélica de Juan Carlos I por su hijo Felipe (VI) y la llegada en paracaídas, lanzado desde Bruselas con los buenos auspicios de Berlín, de algún(os) técnico(s) “prestigioso(s)” de nacionalidad “hispano-globalista” serán parte de los fuegos artificiales que sellarán, ante el lobotomizado paisanaje, el buen funcionamiento de nuestras abyectas e irrisorias instituciones.

Basta con bucear un rato en las hemerotecas para no tanto perder toda esperanza sino para mejor prever con acierto rumbos posibles ya recorridos, como esas huellas que aparecen fosilizadas de tiempos más que pretéritos. Don Antonio García Trevijano, una de las pocas voces lúcidas y honestas de nuestra vida filosófica, señalaba ya en 1994, en su artículo La soberanía de la corrupción, lo siguiente:

Desde la huelga general de 1988 casi todos los artículos críticos con el gobierno comienzan o terminan diciendo que lo que comentan «no sería posible en una democracia». El lector de estos comentarios debe estar desconcertado. Si lo que no es posible en una democracia ocurre en España todos los días, no parece muy coherente que esos mismos críticos continúen aceptando la tesis oficial de que estamos en una democracia. Si partimos de que en España no hay democracia todo se aclara y todo es sencillo de explicar”. (El subrayado es mío.)

Un año después, en El comodín Aznar:

Es propio de la libertad política, en palabras de Montesquieu, la «facilidad para deponer a quien hemos dado un poder tiránico». Y no hay mayor evidencia actual que la ausencia de esa facilidad entre nosotros”.

¿Existe entre nosotros la posibilidad de incitar un cambio en la ley electoral, en la promoción de la división de poderes y la necesaria y consecuente “operación de manos limpias” ejercida sobre la integridad de nuestras clases dirigentes, jueces incluidos, no solo sobre la clase política?

España está gobernada por una casta oligárquica a la que sirven “los políticos”. Estos políticos nos envuelven con sus mentiras y actividades gracias a los medios de comunicación de masas, en manos de muy pocas y nada limpias manos. Por ello es preciso señalar:

1.- El acoso y derribo de la clase política es parte de una escenografía generada por las clases dirigentes, no la prueba del cuestionamiento de sus designios.

2.- La llegada de los tecnócratas de Bruselas/Berlín para resolver nuestros problemas, que ya comienzan a auspiciar órganos de desinformación globalista como The Economist, no implicarán liberación alguna sino el acceso a situaciones de máxima servidumbre.

3.- Urdangarín y Bárcenas, focalizados por los mass media, sirven como chivos expiatorios y catalizadores mientras se prepara en la sombra, alternancia mediante, el acceso a un gobierno técnico auspiciado por la UE que nos “saque” del marasmo.

La Unión Europea es la reedición del Tercer Reich con un nuevo formato, el Cuarto, traído por las mismas fuerzas que trajeron el anterior: el del charlotín de las masacres. Construcción política neo imperial basada en la influencia decisiva de los intereses corporativos multinacionales vinculados a las industrias farmacéuticas, petroquímicas y determinados —y decisivos— sectores del capital financiero angloamericano. Sin olvidar al Vaticano, unido al Destino Manifiesto desde la caída y supresión de los Estados Pontificios.

Nueva Europa: construcción burocrática despótica de corte tecnocrático con aspiraciones mundiales de dominación.

El carácter antidemocrático de la UE, junto con la prioridad de los intereses franco-germanos y su propósito de borrar de un plumazo los estados nacionales y sustituirlos por un Estado Federal autoritario y burocrático (con su propia Hacienda y Presupuesto) da cuenta de la situación española, de su sumisión a los grandes consorcios y de la necesidad imprescindible de la insurrección y la eliminación consecuente de la clase dirigente de la cual la clase política y mediática son meros apéndices.

Antes o después, el pueblo habrá de sacar las garras y poner las cosas claras.

Libertad o muerte.

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