El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

La conexión nazarena

Perico Baranda Cartas Crueles— 17-06-2013

Pamplona, 29 de diciembre de 2003

Apreciada doña Mercedes:

Alguien dijo en alguna ocasión que el vuelo de una mariposa podía producir efectos sorprendentes en cualquier otro lugar del mundo, del tiempo y de la historia. De manera que un simple batir de alas en Singapur hace cien años podría haber provocado (indirectamente) el asesinato de Kennedy, la caída del muro de Berlín o la última novela de Pérez-Reverte. Y la razón es que en el universo todo está conectado y no hay suceso, por nimio que pueda parecer, que no influya sobre el resto. En otras palabras: existe una relación necesaria entre el vuelo de una mariposa, la agitación del aire, las canciones de Frank Sinatra, el Concilio Vaticano Segundo y el robo a la Banca Pía de la semana pasada. Como ya apuntó Baruch Spinoza, el mundo está hecho de una sola sustancia, y nada de lo que sucede en él es ajeno a su despliegue o desarrollo. Lo he leído también en el Reader’s Digest y lo he comprobado en la realidad cada vez que actúo a sabiendas y tengo que cargar con las consecuencias. Y como nada sucede por casualidad, no hay ningún hecho imprevisible que una mente infinita no pueda anticipar. Eso sí, hay que conocer el lugar y el momento en que la mariposa se movió por primera vez, e incluso puede que la intensidad de su aleteo sea también un dato a considerar.

Algo así sucedió el pasado veintidós de diciembre cuando entraron en conexión la Banda del Nazareno y los protagonistas del atraco a la Banca Pía. Sabemos que esa conexión no fue casual, ni tampoco lo fueron sus resultados. Y si todo funcionó a la perfección no fue sólo porque cada uno de nosotros actuó como debía, sino porque todos nos movimos con idéntico afán, persiguiendo un mismo objetivo, impulsados por el aleteo de la mariposa. Por su parte, la policía de Pamplona también sufrió los efectos del aleteo. De ahí su absoluta descoordinación frente a los hechos, lo cual nos facilitó la tarea hasta convertir el atraco en un paseo triunfal. Mientras Pamplona se sumía en el caos nazareno, su cuñada de usted y su sobrino conseguían hacerse con todo el dinero en efectivo que había en la sucursal. ¿No le parece sorprendente la magia de esta conexión, doña Mercedes?

Gracias a ella, mi padre, que permanecía ingresado en la Clínica Universitaria de Navarra, pudo provocar el colosal incendio que mantuvo ocupada a buena parte de las fuerzas del orden y los bomberos de la ciudad mientras se producía el atraco. Y si mi padre estaba allí y pudo pegar fuego a la planta de rehabilitación fue porque un mes antes había recibido un trasplante de hígado en una operación sin precedentes, gracias a la influencia de usted sobre el doctor Ledesma y a la presión que éste ejerció sobre el responsable de la lista internacional de trasplantes. Ya ve, una conexión cósmica total. No quiero remontarme más atrás, pero es evidente que usted no salió de Linares y llegó a Pamplona por pura casualidad, ni tampoco es fruto del azar que se pusiera en contacto con nosotros y nos contratara para dar apoyo a sus iniciativas.

Y así para el resto de los acontecimientos pasados y futuros. Si mi hermano Fidel robó a punta de pistola un camión de reparto y logró estamparlo contra una joyería del centro de la ciudad, sin causar heridos, fue por suerte y no sólo por vocación. Si Macareno colocó una banderita libanesa en la mochila que abandonó en la estación de autobuses y esto logró multiplicar la inquietud de la policía y de sus artificieros, fue porque así lo quiso el dedo de Dios. Y si yo mismo, con la ayuda de Roques, monté un cirio en El Corte Inglés soltando una docena de serpientes que llevábamos en un saco, fue principalmente porque me gusta putear al personal. Ahora bien, puede usted suponer que mis aficiones no han surgido de la nada. Todo tiene un origen. Existe un camino bien delimitado que conduce desde la putada hasta el puteador. Quien quiera descubrirlo, que lea al doctor Freud.

Y ahora vayamos al tema. Mi padre opina que debo facturarle el IVA por las actividades que realizamos el día del atraco. No es porque de repente se haya vuelto legalista, pero dice sentirse obligado a devolver parte de sus ganancias al Estado, después de que la Seguridad Social se haya hecho cargo de los gastos de su trasplante, así como de mantenerlo vivo a base de inmunodepresores y otras medicaciones que no son gratuitas, a pesar de que no sea él quien las pague. En fin, que ahora le da por decir que hay que colaborar con Hacienda y pagar impuestos. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve! De modo que, aunque sólo sea para darle satisfacción, le facturaré el trabajo como “Informe sobre la viabilidad de una cadena de tintorerías en Pamplona”, con lo cual, si quiere, incluso puede desgravarse alguna cosa en su próxima declaración de renta. ¿Correcto? Si es así, adelante.

Suyo afectísimo,
Marcial Nazareno

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