El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Desde el convento, a tomar viento

Perico Baranda Cartas Crueles— 03-06-2013

Convento de las Arrepentidas
Guadalajara, 19 de diciembre de 2003

Apreciada doña Mercedes, madre y clienta:

Ante todo, quisiera felicitarle las fiestas navideñas y desearle a usted y a su marido un venturoso año nuevo, de cuya prosperidad esperamos vernos beneficiadas en breve, dado que las necesidades y carencias de nuestro convento no han hecho sino aumentar, fruto, entre otras, de la frenética actividad de Merceditas. No pueden ustedes ni imaginar las energías que invertimos en controlar a su hija, razón de más para que nuestra congregación se haya hecho merecedora de algún mimo financiero. Cuando se sientan poco motivados para llevar a cabo una generosa transferencia, piensen que por aquí seguimos haciéndonos cargo de Merceditas, o lo que es lo mismo, seguimos aguantando el temporal. Y piensen que la marea nos empuja hacia el vómito.

Ni siquiera el propio Lisardo Coronel, nuestro dentista, en quien confiábamos para que resolviera las urgencias de Merceditas, ha podido con ella. Y eso que Lisardo también es víctima de una excitación atroz, en su caso consecuencia de un hipertiroidismo que le descoyunta, así como de una rara complicación, todavía no catalogada, cuyos síntomas parecían encajar a la perfección con los desvaríos de su hija de ustedes. Pero todo tiene un límite. Deben saber que el propio Lisardo, agobiado por los excesos de Merceditas, ha terminado encerrándose en la bodega del convento y allí permanece oculto, prácticamente inservible para cualquier actividad que no sea la bebida y el canto, fumando cigarrillos de manera compulsiva. Confiamos que en breve pueda recuperarse y volver a su quehacer habitual con las hermanas, tan necesitadas de higiene bucal. Por su parte, Merceditas lleva unos días más calmada, gracias a la medicación que le disolvemos en el desayuno, con lo que conseguimos adormecerla en el Señor y serenarla hasta nueva dosis.

Sé que cometí un grave error en este tema, y bien que me arrepiento, como corresponde a la superiora de un Convento de Arrepentidas. Equivocadamente, creí que Merceditas y Lisardo eran conjuntos complementarios y se correspondían biunívocamente. Imaginé que compartían las propiedades conmutativa, asociativa y distributiva, condición necesaria para poder construir un conjunto unión con estructura de grupo abeliano. (Ustedes perdonarán que abuse de la jerga matemática para referirme al matrimonio, pero una se harta de hablar siempre de lo mismo sin cambiar de registro. Estos días ando enfrascada con los teoremas de Gödel y, sin querer queriendo, me he dejado contaminar por ellos.) Prosigo. Sepan ustedes que acepto mi error: Merceditas y Lisardo son conjuntos disjuntos, y no hay entre ellos otra intersección que la que corresponde a las zonas vaginal y prepucial respectivamente. (Me doy cuenta de que estoy saltando desde la abstracción matemática al naturalismo biológico, pero es que también fui zoóloga antes que monja.)

Acabaré explicándole a su marido, al que tanto le gusta curiosear, la razón por la cual disponemos permanentemente de un dentista en nuestra congregación, un magnífico profesional que trabaja con nuestras bocas y con las de las jovencitas que acogemos en nuestro convento. Ha de saber que su presencia y compañía es una prerrogativa de la orden de las Arrepentidas. Nuestra madre fundadora, la beata catalana Oportuna Sabater, padeció durante toda su vida gravísimas infecciones bucales (caries, gingivitis, piorrea…) que la torturaron sin descanso, hasta el punto de tomar la drástica decisión de hacerse arrancar la dentadura completa a los veintisiete años. Tras realizar tamaño sacrificio, Oportuna se arrepintió, de ahí el nombre de nuestra congregación.

Mellada como estaba, nuestra fundadora no pudo volver a comer otra cosa que sopitas de ajo y purés de verduras, y lo que es peor, la gingivitis tampoco curó y Oportuna siguió padeciendo de bolsas infectadas en la boca, progresiva destrucción del hueso y del tejido conjuntivo y de una terrible halitosis que la llevó a usar mascarilla durante la segunda parte de su vida. Fue entonces cuando, movida por una inspiración angélica (hay que decir que Oportuna estaba en tratamiento con un psicólogo transpersonal, discípulo de Jung que, como saben, no le hacía ascos a los ángeles), redactó las normas de esta santa casa. La primera y principal nos obliga a mantener con nosotras a un dentista para que se ocupe de nuestra higiene bucal.

Otra norma, y muy importante, es la de conseguir dinero para que podamos aplicar la primera norma con desahogo. Así que, señores, habrá que ir pensando en aflojar más pasta o tendremos que prescindir de Merceditas, que tendrá que largarse a tomar viento.

¿Ha quedado claro? ¡Ojalá no tengamos que arrepentirnos nunca más!

Madre Engracia del Sagrado Corazón
Superiora del Convento de las Arrepentidas, Guadalajara.

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