El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

J’hayber

Elisa Victoria Polígono Store— 14-10-2014

Llevo la cuenta de todas las marcas que he tenido en mi vida. De medio bebé me pusieron cosas buenas y entonces no podía apreciarlo. A quién le voy a ir con que en 1990 tuve unas J’hayber. Además las J’hayber ya no las quiere nadie. Sólo las lleva gente antigua, gente seria. Como el profesor de Educación Física. Le temo tanto a su depuración soviética que los domingos y los martes no puedo dormir pensando que al día siguiente me toca con él.

Aunque he aprendido a correr como un gamo por motivos obvios, siempre me ha dado miedo el deporte. El deporte en toda su plenitud. Jugar en equipos, encestar balones, saltar obstáculos, hacer el pino y la ruleta lateral. Sólo se me da bien el puente porque es un ejercicio manso y solitario.

Nuestro profesor, Laureano, esmerado bailarín de grácil figura, está explicando lo que vamos a hacer hoy. Es primavera. Estamos en manga corta sentados en el suelo a su alrededor. Hemos soltado las sudaderas por ahí. Le llama la atención una que tiene al lado hecha un guiñapo. La mía. Laureano se queda callado con mucho teatro y la agarra por la capucha con la punta de los dedos. Como si le diera asco, como si apestara. Una extraña performance. Heredé la sudadera de mi primo más calavera y le guardo aprecio. Pero los calaveras de hace diez años no tienen nada que ofrecerles a los de ahora. Ni siquiera a mi propio primo le gustaría si hoy se la enseñaran por primera vez. Y esta prenda útil que antes molaba supone ahora motivo de mofa para el mismísimo profesor, que sigue dándole vueltas con aire melindroso, como intentando explicarse semejante monstruosidad.

–¿De quién es esto? –pregunta Laureano con la boca torcida.

Pego un salto intentando seguir la broma con el brazo en alto, exclamando que es mío. Él me lanza una mirada llena de desagrado y negación haciendo reír a toda la clase. Me planteo durante un suspiro defenderme de la carcajada general, contar que era de mi primo Miguelito, un surfero guapito, un bakala a tope, un quinqui espigado, un trapicheador de primera.

No le interesa a nadie, de eso puedo darme cuenta sola. Salgo del paso encogiéndome de hombros. Como haría el Chavo.

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