He terminado de escribir un libro sobre los comienzos de Mecano. Acerca del año 81 y el 82, su primer disco, los singles tan célebres, los números uno, y algunas otras cosas sobre la cultura, el maquillaje y las personas de esos momentos, cuando los diez millones y pico de votos y el “De entrada, no”.
No, no es broma, sale en Lengua de Trapo en breves.
En el 82, los Rolling Stones vinieron por primera vez a actuar en Madrid y el concierto fue un momento histórico. En una España en la cual todavía no llegaba el agua corriente a muchos pueblos y ciudades, que aterrizaran los Rolling envueltos en una súper tormenta con aparato eléctrico, fue un Mito, como que se presentaban en la capital la Libertad y la Democracia, vestidas de roqueras y sacando la lengua. Así lo reflejaron los periódicos, que hablaban de Mick Jagger como de un dios de la lluvia con leotardos a rayas en el estadio Vicente Calderón, haciendo esas cosas que hace, mientras cantaba la canción que dedicaron al jardinero de la mansión de Keith Richards, Jumpin´ Jack Flash (it´s a gas!, gas!, gas!).
Tan importante fue el concierto como, no sé con qué podría comparar ahora, si una visita del Papa (pero uno de los buenos, top de gama), o un partido de semifinales de la Selección Española de Fútbol para algún campeonato planetario del Norte contra el Sur. Algo así. Se le preguntó a la plana mayor de los agentes sociales sobre la visita, desde los escritores a los ministros. Hasta la Familia Real tuvo una opinión al respecto. Verán, el Príncipe de Asturias expresó que a él, los Rolling, pues ya le parecían “unos carrozas”. Normal, tanto blues de negros, berridos, riffs y cosas así. A él, chico de su tiempo, moderno como el que más, los que le gustaban de verdad eran Mecano. Las Infantas también eran devotas de Mecano, fueron avistadas en varios conciertos de los madrileños, bailando, cantando y sin parar de reír.
Era lógico. Mecano arrasó en aquel año con su primer elepé. Salvo por el detalle de ir excesivamente maquillados y vestidos como en la serie Poldark, que era gran éxito en televisión (una generación de niñas de barriada fueron bautizadas Demelza, en honor a la protagonista), el trío simbolizaba esa nueva España que tanto al Príncipe como a la mayoría de la sociedad tenía embelesados: gente sana, deportista, competitiva, grandes compañeros. Moderna, pelín atrevida, pero sin pasarse. Este era un grupo pop, de los de verdad, con mucho potencial, que se podía escuchar en cualquier sitio, bien estuvieses Abajo, en el barro, con las Demelzas de la época, o cómodamente instalado en el Arriba, sin la sospecha de que con ello atendieras las consignas agresivas de unos melenudos o unos delincuentes, con garantías de pop de línea clara, sin actitudes desafiantes ni muñequeras de pinchos.
Mientras corrijo el texto, me entero por FB de que la Princesa de Asturias ha sido vista en el concierto de Eels del domingo en la Riviera. Al parecer, a la señora le gusta el pop rock de corte anglosajón y suele frecuentar las actuaciones de los grupos punteros (Killers, Planetas…). Lo que no he entendido es el tratamiento de la noticia por parte de los aficionados. Que lo ven mal, vaya, que les parece feo que acuda la Princesa a eventos como estos. Que es un atentado contra la autenticidad.
Pues yo lo comprendo perfectamente. Ella también es una mujer moderna, a quien le gustan los espectáculos de pop rock, en sintonía con el espíritu de su tiempo. Francamente, no sé dónde iba a estar mejor que rodeada de personas como ella, fans de Eels, que han pagado por ver a Mark Everett en un entorno bien controlado. La Princesa creo que no desentona en absoluto en ese ambiente, en el Sónar o el Primavera Sound, de chicos y chicas guapas, estudiantes, profesionales de la imagen y creadores multidisciplinares, amantes todos de las tendencias y el trato Premium, todos de Arriba, que se habrán gastado, vamos a ver, entre la entrada del concierto, algo para picar, una ropita, consumiciones y ocasionales dosis de estupefacientes, como mínimo cien euritos. Lamento, sin embargo, que el Príncipe no acompañe a su señora en estos eventos. Me temo que él se quedó en Mecano, y, como a otros muchos españoles de su edad, la música pop ya no le interesa, salvo para relajarse un poco en casa, para hacer deporte o lo que sea que tenga a bien hacer su Excelencia.
Anoche diluvió en Madrid. Hay que volver a hacer una reunión de vecinos para parchear la tela asfáltica del tejado. Yo corregía mi texto y pensaba que el pop rock actual, los eventos modernos, son, como cuando Mecano, una lluvia muy sana.
Agua templada para emprendedores.
It´s a gas! Gas! Gas!