En el año 2039 salen por fin a la luz los documentos. Los mercados y la prima de riesgo poco tuvieron que ver. El verdadero motor fue el dolor. Parecido al que experimenta un sapo cuando la aplicas una cerilla en las ingles. El dolor de un hámster perforado cuyas vísceras el niño hurga con un palito. Artur temblando de excitación frente a la jaula durante el campamento de verano. Un despertar sexual torcido, un chavalín sin amigos. Artur sintiendo una pulsión en la entrepierna a ritmo de los aullidos de un gato en llamas. Artur vomitándoles fragmentos de Sade y Aleister Crowley mal asimilado a niños perplejos, comiéndose la naturaleza con los ojos y con las manos.
En 1970, Artur entabla relación con la logia a través de la sección de contactos de una revista porno holandesa. Intercambian correspondencia y fotografías de sus hazañas hasta 1975. Finalmente se reúnen para celebrar el evento en el garaje de los papás. Rostros adolescentes muy solemnes, todos ellos representarán un papel clave en la política europea durante las próximas cuatro décadas. El futuro director gerente del FMI sostiene la vela negra. Las llagas abriéndose y parpadeando en la carne, el olor a chamusquina de la pelambre calcinada. Dolor a saco.
Una elipsis después han crecido y se han reproducido. De día medran en el partido, de noche siguen abriendo mamíferos en el antiguo garaje. Los domingos que caen en impar, Artur los convoca para practicar la autolesión. Rollo a ver quién es más macho. Rollo sangre a borbotones y saliva en las comisuras de la boca. Rollo me la sacudo con furia mientras un hierro candente bucea en las entrañas humeantes del vagabundo que acabo de capturar. Le imparten una lección de dolor, juegan con él hasta quedar exhaustos. Luego se sientan en una banqueta de mimbre y se fuman un cigarro. A aquello de las doce despliegan sus trajes y sus corbatas y se los calzan. Aviones oficiales surcan los cielos conduciéndoles a sus respectivos lechos conyugales.
Para cuando la fantasía de poder absoluto fragua, a Artur y a sus amigos se les ha pasado el arroz. El frenesí ha amainado. Los encuentros en el garaje han ido espaciándose y han quedado relegados a la categoría de mero pasatiempo, equiparados a los cohíbas y al golf. No obstante siguen activándose de vez en cuando. Se reúnen para cenar en Viena, aún les motiva el dolor. Sus hámsters se han multiplicado y ahora cotizan a la seguridad social. Pagan el 16% de IVA, pero aún cabalgan en la ruedita mientras el hierro se les cuela entre las costillas. Artur Mas sentenciando que los mercados están muy malamente. Heridas autoinfligidas bajo la mesa del hemiciclo. Orgías homosexuales en el servicio de caballeros del congreso. Cientos y cientos de fotos ilustrativas y documentos de Word al respecto en el pendrive USB de 16 gigabytes de Artur Mas, recuperado por fin por la Asamblea de los Humanos a finales de 2039. Los historiadores no consiguen comprender quién echaba las papeletas en las urnas. No sienten odio, sienten lástima. Es que la empatía en el año 2039 es otra cosa. En el año 2039 el personal ama al prójimo a tope. El tema dolor ya no tira. No, qué va.