El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Recordando a Puerco

Miguel Noguera Cortado gigante— 10-10-2011

Este es Puerco, un GI-Joe que tuve de pequeño. Era mi muñeco favorito. Lo consideraba un regalo de la industria; costaba lo mismo que los demás, pero era más grande y musculoso. Era una especie de mutación milagrosa: con Puerco habían tirado la casa por la ventana. Nunca pude soportar ese plus, vivía con miedo a que los fabricantes rectificaran y decidieran arrebatármelo. Paradójicamente, era el mismo Puerco el que me protegía de ellos, ¿os imagináis? Puerco me tranquilizaba con susurros: “Escúchame Miguel, no dejaré que te priven del milagro que supongo para ti, estoy aquí para impedir que me lleven, por eso soy tan fuerte, para evitar que esos desalmados me roben“, vaya bucle de chalados. De todos modos, lo cierto es que Puerco me parecía una bicoca. Si me hubieran dado la oportunidad de diseñar un muñeco de combate, un muñeco-violencia (hablo de tener carta blanca, sin límites económicos, delirio a todo tren), hubiera diseñado a Puerco, tal cual. Puerco se adaptaba como un guante a mi deseo. Esto ocurre muy pocas veces en la vida, ¿eh? Pero con Puerco pasó.

El pelo blanco era perturbador. Auténticas canas-potencia, pelo muerto que había trascendido, ¡y esa cinta imposible que desaparecía al llegar a la frente! Probablemente la hicieron pasar por debajo de la piel 1.

Los accesorios de Puerco estaban a la altura del personaje. Llevaba una maza casera (un bloque de hormigón unido a una tubería), una pequeña ballesta montada en el antebrazo y, en el otro brazo, un misterioso mazacote negro. Uno tardaba en comprender qué cojones era aquel rectángulo estriado, por lo visto era una especie de defensa, un escudito. De hecho, al buscar las imágenes para ilustrar el artículo me ha vuelto a pasar, el rectángulo negro me ha pillado en bragas, ya no lo recordaba, ¿dónde estará el molde con el que fabricaban esa pieza? ¡El molde industrial del protector del antebrazo de Puerco! ¡La madre del cordero!

La verdad es que los accesorios eran un poco ortopédicos. Se supone que cuando Puerco disparaba la ballesta se veía obligado a dejar la maza en el suelo, ¿y entonces qué? Entonces se la robaban y la vendían en el rastro. ¡Cuántas veces representé la escena de Puerco buscando su maza en el rastro un domingo por la mañana! Puerco en ayunas, humillado, muy débil, regateando por la maza con un gitano, un Playmobil morenito ¡Cuántas veces representé esa escena! Ninguna.

¿Qué me decís de la coraza? Me encantaba. Sobre todo el dilema estético que acarreaba, un dilema delicioso: ¿Qué es más bello, puerco con coraza o sin ella? Pasaba horas reflexionando sobre ese problema. Escribí más de cuatrocientas páginas sobre el asunto. Yo fui el Kierkegaard de Puerco ¡Yo lo amé con filosofías infinitas!

Un guante negro, solo uno; el símbolo anarquista grabado a fuego en el brazo izquierdo; una coquilla de cuero con remaches… Así era Puerco, un caprichoso, un notas entrañable, y ¿por qué no? Un machote que me puso a cien.

Puerco se despide de nosotros desde un cuaderno de papel reciclado. Los GI-Joe siempre se ven ridiculizados por entornos de papelería escolar. El verdadero enemigo de estos bravos marines es el menaje.

1 En la fábrica de los GI-Joe levantaban la lámina de plástico que formaba la frente de Puerco, hacían proseguir la cinta de pelo en el hueco resultante y volvían a soldarle la frente. Era un proceso muy caro, y ellos eran imbéciles. No podían dejar de pintar la puta cinta. Estaban presos de una coherencia enfermiza.

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