El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Lefa gorda

Borja Crespo Historias de amor (y apocalipsis)— 19-01-2012

Aniquilar cualquier indicio de INTELIGENCIA en vuestras mentes. Ese es mi cometido en esta existencia impredecible. Comerme vuestras almas. No lo digo yo, que conste en acta. Lo dice la santa ventana electrónica. La bendita caja tonta, que tiene de boba bien poco, como todos los medios de comunicación que padecemos, esos que barren a un lado o a otro, según les dé el aire, en sintonía con la conveniencia, quedándose al final la basura en medio, para tropezarnos. Caca in the middle. Cultivo la dichosa manía de ver al mediodía el telediario mientras zampo algo. Cualquier día muero atragantado. Bazofia catódica. Masoquismo. No encuentro lógico someterme a la singular tortura, pero ME GUSTA. Alterno varias cadenas, zapeo raudo cuando llega la sección de deportes y salto al canal que toca, aquel que todavía enseña el último vídeo de moda en YouTube, o algún hecho catastrófico a escala mundial, explotado al máximo un par de días, o más, según el número de fallecidos in crescendo. Todo es snuff. Puro snuff. Muertos y caras de idiota. Imagino a Charles Manson pinchando las cámaras, lanzando los vídeos como loco, buscando la noticia de la nada, del absurdo… De lo más profundo de la tragedia humana. No hay más. Una chorrada mayúscula puede convertirse en titular. En una pieza hipnótica para el espectador medio que NO quiere estar al día. Ellas le dan al hogar y menaje, asignatura dependiente; ellos crían lefa en el sofá, escaneando macizas de postal que iluminan la pequeña pantalla. Mujeres, hombres y viceversa. Cacaculopedopis. Lefa gorda.

Hace unas semanas, Disney envió un estudio a la prensa, de esos que dan mucho juego: el 90% de las niñas españolas prefiere disfrazarse de princesa antes que de médico, animal o flamenca. Anda, ¡lo que les dan a elegir! Con estas encuestas peligrosas unos hacen promo de lo suyo y los otros cubren espacio. Cogemos unas imágenes de una niña vestida de hada madrina, esgrimiendo una varita mágica de saldo, que haga gracia, lo alternamos en un montaje picadito con otras instantáneas de una pequeñaja luciendo traje de lagarterana y ya tenemos una noticia efervescente. Miro obnubilado la ocurrencia, mientras masco un trozo de pizza, porque nada puede definir más la ESTUPIDEZ del hombre, esa que emana del televisor y retroalimenta al personal. Y yo, YO, enfrente, bronceándome, devorando por ojos y boca mierda recalentada. Nutritivo no más. De poca madre. Mientras tanto, no somos conscientes de que nos mangan el pan de cada día. Nos jaman la tostada. Está cometiéndose el mayor robo jamás realizado en la historia de la humanidad con la complicidad de nuestros gobiernos pero nos entra una risa loca con el vídeo ese del mono bufón de turno que pincha Manson (que ya no lleva tatuada una esvástica, la ha cambiado por un logotipo: NO FUMAR) y nos olvidamos de que nadie piensa ir a comprar la vaselina. Y la mantequilla está en las últimas. Sodomía mediática. Lefa gorda.

Quizás veo las noticias porque quiero emponzoñarme de mal rollo para cagar sólido. Para intentar entender lo evidente. Que llega una generación barriendo la anterior y no hay nada que barrer. Que si hay una huelga de pilotos de Iberia, hay PÁNICO colectivo, pero si se anuncia una huelga de gestores culturales, atención al DESCOJONE total. Hasta que no salgamos a liarla parda de verdad a la calle nos van a seguir haciendo unas pedorretas del carajo. Desde la nutritiva televisión. Desde aquí y allá. Hay que ASESINAR la ingenuidad. Vamos a destrozar mobiliario urbano. Vamos a empezar por ahí. Ah, no, que nos suben los impuestos para pagar los contenedores deshonrados. Justos por pecadores. ¿La calle es nuestra? No. Ha de serlo. ¿Lo es tu casa, tu coche, tu pareja? Mear en la calle no está permitido como micciono en mi choza, cuyo alquiler pago religiosamente. Me vienen malos pensamientos. Voy a enchufarme a otro noticiario. Salen modelos que marcan clavícula y esternón, son la última sensación. ¿Comen alfalfa? Sacos de huesos. Donde estén la Bellucci o *Gianna Michaels*… Pero eso no lo dice el locutor, lo dice mi cerebro desviado que tiene un tumor serio que le impide adaptarse a “lo que hay“. Es lo que hay. Es lo que hay. Es lo que hay. Y ya. O serás un gruñón. El tumor tiene nombre, un verbo, CUESTIONAR. Mal asunto. Lefa gorda.

Ahora me endiñan un reportaje sobre cómo reciclar. Que me paguen a mí por hacer de buen ciudadano lo mismo que cobran los que están en el negocio, que suelto panoja por lo envases y para que limpien la ciudad de basura y chorizos. Por todo menos respirar, que sepa, cumplo con hacienda. Con EL MAL. Barruntar no me cuesta dinero. Vamos con más: los punkies de hoy tienen Facebook, se pasean por Tuenti y a veces leen Twitter, siempre en diagonal. Quedan por whatsapp para fumarse unos canutos y darle al botellón. Y luego a casa. A casa de sus padres, que les dan de comer calentito. Así no vamos a ningún sitio. Quizás a algún concierto, el fin de semana, programado en una casa ocupa que, en realidad, es un bar que se ha apuntado a una lista como asociación cultural para que la gente pueda fumar dentro del local. Fíjate tú. Muy rompedor. Ahora sí. En el fondo, queremos ser todos burguesitos, mantener nuestra condición, por eso protestamos de vez en cuando, sin molestar demasiado, cuando nuestro nivel de vida se ve perjudicado, pero la palabra REVOLUCIÓN nos queda lejos. Mientras no salga la ¿alegre juventud?, ¡voy a salir yo! Primero los peones, luego la caballería, que a mí me pilla viejo. No pelean por su culo estos chavales albardados, estos carcas prematuros, estos niñatos de baba, voy a salir yo con el palo para que me llamen sereno. ¿Qué quieres ser de mayor? Matar nazis. Antisistema. Lo he visto en la interné. Lefa… ¿qué?

Mi profecía acerca de esta tierra echada a perder y de la corrupta creación que se agazapa sobre su superficie arruinada es la siguiente: MATARÁS“. Lo dijo un tal Robert De Grimston, alias Cristo, un entrañable iluminado, vía “Jehová en guerra”. Matar no sé, ROBAR seguro. Con Satán hay que pactar de una vez para que se lleve a los malos. Que se los lleve a una isla desierta, unos encima de otros. Sin alimentos. Sin nada. Que se coman unos a otros. Que devoren sus propias almas. Que sufran. Que traguen lefa. Lefa gorda. Disfruten de lo votado.

Dos días seguidos sin salir de casa. No lo hacía desde los años 90, creo… Es lo único que se me ocurre para ahorrar, con la que está cayendo. Pero la cabeza se me va. El vecino rascando el gotelé, ¿está cambiando su vida o quiere abrir un boquete y robarme? Me ha dado por barrer en una pausa de mis quehaceres diarios y he encontrado debajo de la cama la cabeza de Hitler entre el polvo. Hay una araña en el fregadero. Me habla y me dice: “Follarse pin-ups de barrio es lo que se lleva. Derramar la lefa gorda, gran reserva, sobre sus tatuajes de manual“. El teclado huele a huevos, a hostias, a chocho, a polla… Voy a darme una vuelta, que me dé el aire. Cenaré en un fast food más feliz que el inventor del velcro.

Lefa gorda, lefa gorda para todos.

Sin vaselina.

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