No he hablado todavía de Eladio.
Eladio era, en nuestra manada heavy, el defensor/representante de Scorpions. No era rara tal figura legal. Duque era el chico de Whitesnake; Guti, el Iron Maiden boy; De la Rosa el representante de UFO en la Tierra; yo… yo me encontraba buscando mi sitio en la manada, aunque luego pasé por las etapas chico Slayer y Carnivore.
Un día llegó Eladio con el Discoplay vigente, sobado al modo de las revistas pornográficas. Yo aún no era cliente, el heavy aún no ocupaba mis 24 horas. Por eso no podía entender el revuelo que ocasionó aquella revistita de venta por correo: Scorpions sacaba disco en directo. Debía ser el año… ¿1985? Miraré luego en la wikipedia.
El caso es que yo no conocía nada de los alemanes heavylongos. Por lo tanto, participé con mi dosis correspondiente de testosterona en aquel nerviosismo iniciático por pura empatía. Luego, entre preguntas y ojeadas furtivas a ejemplares de Heavy Rock ajenos descubrí que Scorpions fueron el típico grupo de canción que lastra una carrera (sí, el Still loving you, o la precuela de la viagra), con un pasado glorioso y un cantante de voz nasal y agangosada que a mí me recordaba a los protagonistas de los chistes de Arévalo.
Pero claro, a Eladio no se le podía decir eso sin herir sus sentimientos. La cutrez se disfrazaba de contundencia y la pusilanimidad de sensibilidad.
Hizo su pedido a Discoplay y pasó el tiempo a distintas velocidades para cada uno de nosotros. Un viernes llegó al instituto con el aviso de Correos: le estaba esperando el World Wide Live. Le acompañamos Pepe Barón Rojo y yo. Como viernes que era tuvimos que cruzar en nuestro camino el mercadillo ambulante del pueblo, donde nos contemplaban desde los expositores de los vendedores de casetes el mismo disco que Eladio iba a pagar a precio de oro. Pero eran piratas, bramó el proto Teddy Bautista…
Ya con las cintas debajo del brazo volvimos al instituto a dar clase de Filosofía (lo recuerdo porque Eladio utilizó el WWL para exponer su razonamiento sobre la expectativa). Luego tuvimos una hora libre. Eladio tenía las cintas en el borde del pupitre, en el hueco dejado para los lápices y bolígrafos, bien a la vista, marcando paquete, recibiendo a la gente que quería saber qué canciones incluía el disco. Nos fuimos a jugar al fútbol. No, al voléibol, que las chicas se apuntaban. Cuando volvimos…
Cuando volvimos le habían robado las dos cintas que contenían aquellas 19 canciones que iban a revolucionar el mundo del rock duro en directo. Eladio era tan heavy que al morir iría al Parnaso del Metal, pero tan tonto que le tocaría una columna delante y no vería nada.
PD: Como dato anecdótico, Eladio, si me estás leyendo, que sepas que Rosa–de–España versionó el Still loving you en 2008, con el título de Mi amor eres tú. Defiende eso.