El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

La sangre en el pan

Rubén Lardín Herido y tres avisos— 16-12-2014

La historia del arte se formula como vaivén. El mes pasado, unas pruebas de ADN realizadas sobre un chal que vistió una de las víctimas de Jack el Destripador resolvieron que el asesino fue un inmigrante polaco del que ya se había sospechado en 1888. Pamplinas.

Los crímenes del destripador no fueron de mucha audacia, pero su conducirse en la historia ha estado muy bien como mito fundacional y nos ha ido ayudando a componer la fantasía de una vida completa, una vida plena, la nuestra, que en realidad no lo es tanto porque sólo podría serlo, siendo rigurosos, culminando en el crimen o el canibalismo. Pobres los vegetarianos, anegados en un exceso de civilización (que no de razón) que les lleva a desatender el deseo soberano y lujurioso de comer carne humana. ¡Qué infeliz quien no haya deseado alguna vez ser devorado o morder a su presa hasta la sangre en la algarabía del sexo!

La atrocidad es muy difícil darla en imágenes, la literatura le es más propicia y la crónica negra, que en el itinerario de Jack el Destripador tiene una de sus piedras basales, nos permite estar cerca del crimen, olisquear el abismo, sentirnos a punto de matar. La crónica negra es el punto de encuentro entre el hombre y la bestia, un lugar franco donde la vida y la muerte se diluyen en una única pulsión. La crónica negra es una lidia donde por un lado están los buenos, las fuerzas del orden que toman pruebas, sistematizan conductas y aplican variables, y por otro está el animal, el artista, el asesino que se mantiene en contacto con lo ilimitado, la alimaña colosal que nos tiende en la palma de su mano el pedazo de carne encarnada del que extraeremos el vigor, la zozobra.

Las teorías científicas son unas alas negras desplegadas sobre el plano de la fantasía, un horror y una mediocridad espantosa que es necesario combatir con la chufla, riéndose un poco de ellas, poniéndoselo difícil porque de entre las pasiones del alma la que tiene una definición más compleja es el humor, aunque según leo en un libro de… mierda, divulgación científica, el humor de cada uno depende del clima cerebral que rige el termostato del hipotálamo: si es un clima penoso nos impedirá salir afuera, vivir; si en cambio la temperatura ambiente es muy alta, nos llevará a la euforia que nos conducirá a la extravagancia, tal vez a escribir según qué cosas.

La teoría científica es muy pesada. La ciencia y la tecnología y la investigación y el desarrollo me tienen hasta los cojones, siempre trabajando al servicio de la productividad. La ciencia, tan esforzada en el falso directo, en la construcción constante de la mentira, no busca la verdad sino todo lo contrario: busca la certeza, quiere aniquilar la agitación. La ciencia viste una soberbia que no hay quien la aguante en estos tiempos grises en que se llevan más los crímenes de cuello blanco que un hermoso asesinato entre la niebla. Estos tiempos tristes en que declinamos el deseo de morir de miedo, que es el deseo de morir en la búsqueda de lo nuevo.

Para entender por completo nuestro tiempo debemos remitirnos a un tiempo anterior. La primera década que nos va a ser familiar es la inmediatamente anterior a la que nos vio nacer, el tiempo del romance de nuestros padres. Antes de ese recuerdo inferido tendremos que remontarnos a cientos de años atrás para sentirnos afines o familiarizados con otro contexto, tendremos que remontarnos, en realidad, a dos tiempos, uno que nos dé los síntomas y otro que los cuaje, sólo entonces encontraremos la equivalencia, el porqué de este ahora, los polvos que trajeron estos lodos, el río espeso y lúgubre que hoy nos lleva.

La ficción es en sí misma. La realidad, en cambio, es ilusoria: siempre va a estar incompleta. El futuro, por otra parte, está muy sobrevalorado. Esto es algo que se comprueba a diario.

Para vivir no es necesario creer en un dios, pero para ir viviendo es conveniente encomendarse a las potencias antiguas.

Comparte este artículo:


Más articulos de Rubén Lardín

  • Sesenta y tres— 05-02-2015
  • El otro significante— 20-01-2015
  • Sesenta y dos— 05-12-2014
  • Escribo tu nombre— 07-10-2014
  • Operativo tormenta— 29-09-2014
  • Gran patinaje— 18-09-2014
  • Sesenta y uno— 13-06-2014
  • Sesenta— 28-05-2014
  • Cincuenta y nueve— 13-05-2014
  • Ver todos articulos de Rubén Lardín