Tengo muchas quejas. Es incómodo reír con gente tímida. Los policías matan a gente inocente y nadie hace nada al respecto. Les dan premios por matar. Lloro muy seguido. Veo comerciales en la televisión. Veo series. Cuido a niños. Les digo que no pateen a sus compañeros. Les digo que sean buenos. Les digo que no pueden correr en el auditorio. A veces me hacen caso pero a veces no. Acerco mi muñeca a mi cara y reviso la hora. Falta un buen rato para que esto se acabe. Me dicen que tal vez no me van a aumentar el sueldo. Reviso mi cuenta bancaria en internet y me da tristeza lo que veo. Tengo muchas deudas. No sé qué tengo más: deudas o quejas. Estudiantes desaparecen. La gente protesta. La gente trabaja y no puede protestar. No hay tiempo. Unos somos más egoístas que otros. Todos necesitamos comer. Gente no puede respirar y a otros no les importa. Tengo una sirena de plástico en mi escritorio. También tengo una sirena de papel. La de plástico tiene cabello verde. La de papel tiene cara de pervertida. Tengo una gallina y un oso de plástico. Tengo unos poemarios. Tengo unas novelas gráficas. Tengo mi móvil. Hay recibos por todas partes y la peluca rosa los detiene. ¿En dónde está la lámpara de Aladino? El genio sale por el orificio pero no le cumple ningún deseo a nadie. Si tengo trece años, me siento fea y uso mucha ropa. Se burlaban de mí porque no tenía nada pero yo sentía que tenía mucho. Trato de esconderme. Si tengo veintiocho años, Kenza me dice que ella no puede delinearse los ojos como yo. Me pregunta cómo lo hago. Trato de esconderme. Uso la eñe unas cuantas veces por semana. Un día me vi en el espejo mientras mi cara se ponía roja de la vergüenza. Yo pensaba que me veía más fea. Unos somos más feos que otros. Nos han arruinado la vida porque a todos nos preocupan esas cosas. Las animaciones japonesas están por todas partes. Si te esfuerzas, puedes convertirte en un garabato muy bonito.