Ni más ni menos esperanza

Al público no le haría gracia ver a un Jack el Destripador
que, aparte de matar prostitutas, fuera bueno y tierno,
ni a un policía que le persiguiera sólo por dinero y,
en el fondo, fuera un canalla. La gente diría:
“Será verdad, pero que lo vea otro”. Si lo
piensas, Gilles de Rais en realidad era
un alma de Dios que apenas se tiró a
dos o tres muchachos pequeños.
Fernando Fernán-Gómez

Escrito en charcos

Pedí permiso al calendario para esperarte tras aquella esquina. En plena tiritona, apareció un fantoche sinuoso, parloteante. Intuí que sólo vendía disfraces. Tal vez mi negativa pecó de razonable. Tras aquella noche malgastada ya sólo te acoso camuflado de neblina.

Lecho burbuja

Cuando llegue el despertar, funcionaria de mis horas, abre la puerta y
 obsérvame aterido en esta inercia. Y, luego, tan zurda como seas capaz, deja la casa, escapa al bosque y reza por cuantos púgiles, con nobleza, prestaron sus noches a nuestra causa. Hay belleza en la rendición, no lo dudes. Así que olvida el rumor
de las pieles, los matorrales que arañan, y ese ataúd generoso en heces mustias cuya función relegaste en la memoria. Elévate en cuanto puedas, mas si te pierdes, no dejes de escuchar a nuestro espectro; él siempre supo lo que te convenía. Y también dónde ibas. Mis manos siempre fueron pequeñas para tanto utensilio y tanta necesidad. Por eso, clausurada la falsedad, hoy prefiero seguir suponiéndote,
desde aquí, sin conversaciones pedregosas. Mira que lo siento, pero siempre entendí mejor las navajas que los venenos.

Se traspasa madriguera

El viento en la cara; finas lonchas de pubertad. Su zozobra en mi nuca, como una predicción. Vivía en pantanos bebiendo zumo de colmillos. Mientras, yo galopaba dameros, telón tras telón. Pulpa de lo que fuimos, ahora el alba no existe, ni siquiera su crepitar. Por eso, si mañana buscas algo sobre lo que desconocer casi todo, pregúntanos. Para eso estamos. Ven y admira nuestro acuario de tendones.

Tedio y nubes en la sala de espera

Cariño de oferta
en la sección de ultracongelados. Rechazaban todo pago no acompañado de su correspondiente reclamación. Opté por lo malo conocido,
y, tras cotejar el precio de los amagos,
adquirí sólo el mínimo permitido. Noté alguna mejoría, aunque tampoco esperaba gran cosa de un negocio basado en la calderilla.

Pide un mal sueño

Volutas de sangre fría, de acuerdo tácito, de futuro conveniente para ambas partes. Y para los demás también. Para todo hijo de vecino. Escarchada hemorragia de concesión sensata, de firma cabal, universalmente oportuna y acorde con los hechos. Las versiones coinciden. Glaciales documentos de agonía timbrada y anhelo inconcluso. De seguir el rastro de tinta llegaríamos a las ruinas de las versiones dispares; verbena de reptiles, hecatombe. Pero no es el caso: suerte de civilización. Viva la estilográfica. Suerte también de acuerdos tácitos con vistas a un futuro conveniente. Firma y sonríe. Foto.

La vía estricta

El dolor auténtico es insonoro. Sin amuletos se huye más deprisa. La vigilia deja manchas; y la sordera, grumos. El papel no admite ecos. Confundí las cortinas con andamios. Error. Aún aguardo el indulto.

Antonio Trashorras

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