Sé que lleváis una temporada con lo de que hago cosas que no van a ningún lado, que si La Pájara era poco comercial y que si con lo de Pastel de Caca Magazín no me voy a hacer rica. Pero esta vez he tenido una idea buena de verdad. Estoy escribiéndole una serie de cartas a la gente, a toda la gente que se me ocurre. La idea la tuve precisamente en el rodaje de La Pájara. Ion Arrertxe dijo eso en una de las escenas, “le he escrito cartas a toda la gente”, y pensando, me parece que es una idea muy buena. Tengo mucho que comunicar y siempre me lo guardo para mí. O lo pongo en Twitter, que es lo mismo, porque te lo ponen en favoritos o te lo retuitean pero como luego se olvida, es como si te lo hubieras guardado. Yo, cuando entro en Twitter, veo que todo el mundo está preocupadísimo por la privatización de la Línea 2 —por ejemplo— pero luego empieza Splash y ya solo importa cómo salte Lorena Castell, que como también tiene Twitter, se lo dices, te responde, y ya puedes pensar que hablas con los famosos.
Yo sé que esto no lo entendéis porque Internet os ha pillado mayores. Pero no os preocupéis, que aún hay gente joven que se escanea la foto de carnet y se la pone en el perfil, lo cual es un bien social, porque así sabemos que esa persona no está muy integrada en nuestro mundo.
Pero no me quiero ir por las ramas. Quiero que estéis tranquilos. Al fin he ideado algo que me va a proporcionar no solo popularidad sino también pingües beneficios. Ya lo intenté con varios blogs pero nunca funcionó. He ideado un juego de mesa para hacernos todos ricos. Se llama “Descongelados” y es como Imperio Cobra, pero con descongelados. Básicamente es un coñazo de juego que tiene una caja vistosa en la que hay dibujados varios paquetes de papel albal que contienen pescadilla, filetes de añojo, guisantes, panceta y emperador en filetes. El tablero se divide en carnes, pescados y verduras. El objetivo final es llegar a la vitrocerámica. Cada jugador tiene que pasar unas pruebas que le impiden cocinar los alimentos dejados para descongelar la noche anterior. Si pasas las pruebas, te dan vidas en forma de San Jacobos, surfers de merluza, y croquetas. Si no las pasas, la comida se te va poniendo pocha. Hay una carta con una sirena dibujada que es un “comidín” y te permite cambiar alimentos pochos por congelados nuevos, de los que se hacen en un momentito. Yo creo que es muy entretenido. En tiempos como estos, es un juego realista que permitirá a los niños entender cómo funciona una casa. También servirá para estudiantes universitarios y para señores divorciados que no tienen ni idea de cómo se recalienta un Tupper de lentejas. Ya veréis. En cuanto esté el modelo piloto, echamos una partida los cuatro. L., vosotros, y yo. Iba a decir que será como cuando jugábamos al Palé (nuestra triste copia del Monopoly) o al Cluedo, pero no tengo ningún recuerdo de todos jugando al Palé, y al Cluedo seguro que no jugábamos porque era heredado de los primos y le faltaban tarjetas, fichas e instrucciones. Era de hecho la mayor mierda que nos han encasquetado jamás los primos, aunque lo de Juegos Reunidos tampoco estuvo mal. Una caja en la que había cuatro ratas de colores, unas tabas y unas migas de pan. Pero no os preocupéis, que “Descongelados” va a molar aunque le falten fichas.
Este juego servirá para mejorar nuestra comunicación. Y nuestra comunicación, al ser vosotros padres y yo hija, es escasa y monocanal. O bien os cuento yo mi cosas que no entendéis, o bien me contáis vosotros las vuestras, que no me importan. Es difícil ser padre, pero cuando los hijos han crecido debe ser un asco. Ya ni hago cosas monas ni os toco la nariz en señal de amistad. ¿A dónde ha ido a parar nuestra relación? Antes os enseñaba un muñeco y me decíais que qué mono y luego me mandabais con la música a otra parte. Ahora os enseño mi club de gente con muñecos y me miráis con aire de preocupación, como preguntándoos que qué pudo ir mal. Y luego que si voy así por la calle. ¡Pues claro que voy así vestida por la calle! ¿No veis que hemos quedado en un restaurante? ¿Qué pensáis, que me he quitado un disfraz de abejorro justo en la puerta, de esos que dejan salir solo la cara, bajándome una cremallera? Más quisiera yo. No, padres. El mundo no está hecho a la medida de mis fantasías. Ni de vuestras expectativas. Tengo una edad y mis amigos también y el otro día me llegó un mail que si hacíamos un picnic. ¿Porque nos gusta el aire sano? No, porque una chica, ya que tenía el jamón york en casa, decidió que era más barato que comprarse el sándwich en Rodilla. Y es que la vida está carísima, y menos mal que el ordenador como ya lo he pagado es gratis. Así que voy a escribirle cartas a la gente, a toda la gente. Y si me lee la tía, pues mala suerte.
PD: Mamá, esta noche hago la pescadilla ésta. Te juro que le pongo poco ajo.