El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Tenemos cosas mejores que hacer que un programa

Don Lindyhomer Te lo digo aquí y en la calle— 02-03-2012

A Manuel Castells le gusta verlo de la siguiente manera: las sociedades son redes que se programan mediante metáforas y discursos. El 15M ha logrado irrumpir en ese flujo, introduciendo por primera vez temas que no estaban en la agenda de los programadores habituales de las redes. El reconocimiento de este éxito es que el 70% de la población española aprueba sus mensajes. Cuidar esa cifra es la clave de su futuro, porque es lo único que está preocupando a los que quieren mantener las cosas como están.

El 15M partía de al menos dos formas novedosas de hacer política muy ligadas entre sí: el apartidismo y la autonomía radical de sus participantes para decidir qué consignas y qué acciones deciden emprender. No existe, salvo en grupos de inspiración situacionista o hacktivista, un espacio donde eso fuera posible. Partidos, sindicatos, patronal, ONG…, todas están sujetas a una dirección fuertemente jerárquica y, lo que es peor, al PROGRAMA. Los partidos y los partidistas han señalado la falta de un programa político como un defecto y una grave deficiencia del 15M. Yo digo que para habitar los nuevos imaginarios inaugurados el 15M, debemos soltar el lastre del programa. ¿Para qué otro? Los intentos de algunas bienintencionadas asambleas por atender esa demanda e incluso debatir posibilidades de constitución de partidos políticos aniquilaba las nuevas formas de hacer política para volver a las viejas, a las que precisamente no funcionan. Además, hay algo terriblemente indignante: ¿cómo tienen la desvergüenza de pedir que hagamos un programa, cuando todos saben perfectamente qué es lo que hay que hacer para cumplir con una exigencia legítima, que es que gobiernen según los intereses del ciudadano, y no del partido tal o los mercados financieros? ¿No saben cómo parar la corrupción en sus gobiernos y la financiación ilegal dentro de sus partidos? ¿No saben cómo detener la especulación inmobiliaria o financiera? ¿No saben como empezar a luchar contra el fraude fiscal? VENGA, NO ME JODAS.

Se sorprenderán de saber que desconfío mucho más del sistema que de los políticos. Creo en las buenas intenciones de muchos de ellos, y en el posibilismo al que juegan. Por eso tengo más objeciones a su demanda de fundar otro partido o elaborar un programa de propuestas: ¿Para qué quiero un programa nuevo en un sistema democrático en que solo se puede aplicar UN programa porque sus instituciones no permiten aplicar otro, y donde, si es preciso, se cambia la constitución en tiempo récord para que no haya tentaciones de hacerlo? ¿Qué clase de democracia es la que “tiene que hacer los deberes” y no cumplir el programa electoral? ¿No eran el programa electoral y la constitución “los deberes”?

El 15M tiene que hacer, precisamente, lo que no hacen ellos, con el fin de que tengan que ponerse al servicio del ciudadano o caer en la irrelevancia absoluta. Debemos ir del programa al paragrama. Aquí uso la palabra de forma diferente a como lo hacen los lingüistas; es un concepto que estoy utilizando en mi tesis y al que llegué a través del profesor Y. Gabriel. Es algo que esta escrito (grama) pero que hay que usar como si no lo estuviera (para). Los paragramas son conjuntos de ideas que provocan y orientan hacia la acción, y que invitan a ser usados de forma voluntaria con el espíritu del bricolaje.

Por esos motivos, como movimiento 15M tenemos cosas mejores que hacer que otro programa electoral. Tenemos que cambiar la forma de hacer política, creando, diseminando, hibridando, etcétera, nuevos “paragramas”. ¿Orientar la acción en torno a qué? La respuesta nos la da los logros del 15M como movimiento:

1. Tenemos que seguir ofreciendo un espacio de acción donde los ciudadanos podamos hacer política de forma apartidista, autónoma, horizontal y colaborativa. Hay que huir de formas que tiendan a la exclusión o a la apropiación programática e ideológica partidista. Al contrario: tenemos que hacer de forma colaborativa lo que los partidos políticos no son capaces de hacer: hacer autocrítica de verdad sobre los programas de izquierdas y derechas. ¿De verdad que la titularidad pública es siempre la mejor opción? ¿Y la privada? De hecho, un concepto tan importante como el procomún escapa de dicotomías en torno al concepto de propiedad pública y privada, porque lo supera. Cuanto más reproducimos los viejos programas de nuestros partidos favoritos (y minoritarios), menos somos el 99%. El proyecto de regeneración democrática y de mejora de la representatividad y rendición de cuentas es un claro ejemplo. Es transversal en todo el espectro sociológico. Y no solo en el 15M: es el denominador común desde Tahrir a Wall Street. Eso es un talón de Aquiles. ¡Hay que encontrar más!

2. Ya he mencionado otro tema que nos une: la reapropiación del procomún. Yo no soy equidistante: soy de izquierdas. ¿Me obliga eso a decir que los que no piensan como yo están siempre equivocados? Aun prefiriendo gobiernos de izquierdas, echando un vistazo al mundo, no es para lanzar cohetes viendo los que existen. En primer lugar, el mundo se ha vuelto un lugar muy complejo para el que no hay silver bullets. En segundo lugar, demonizar el pensamiento liberal es tan zafio e ignorante como hacer lo propio con el marxista. Yo tengo un gran respeto por ambas tradiciones, aunque después tenga mis preferencias. Recomiendo encarecidamente la lectura de un libro que, lamentablemente, no está traducido: Common as Air – Revolution, Art and Ownership de Lewis Hyde. En él recoge los debates epistolares entre los Founding Fathers en torno a cómo debía legislarse la propiedad intelectual, por no mencionar la importancia que le daban a la educación pública y a la libertad de prensa para la democracia. De hecho, al republicanismo de John Adams le preocupaba enormemente la influencia de la Iglesia y la aristocracia en la educación, y que ésta no llegara por igual a todo el mundo. En cuanto al “procomún”, lean esta cita: “La Propiedad Privada… es una Criatura de la Sociedad y está sujeta a las Decisiones de esa Sociedad siempre que sus Necesidades lo requiera, incluso hasta su último Penique1. No la escribió Castoriadis; es de Benjamin Franklin. Estos prohombres no entendían que alguien se apropiara de algo si después no subordinaba su interés particular al bien común (virtud cívica). Y a partir de aquí, imaginen cuánto recorrido hay para debatir, y qué oportunidad representa el procomún para superar antagonismos estúpidos, y centrarnos en otros para los que aún no tenemos pistas.

Lancemos paragramas para involucrar al ciudadano en la regeneración democrática y la gestión del procomún. Cuando lo hacemos, el movimiento vibra, crece y se fortalece. Esa es nuestra piedra para tumbar a Goliath. Tal como está el patio, mucho mejor que escribir (y seguir) programas.

¡Ah! Y tomense este texto como lo que es: un paragrama

1 Cita original: “Private Property… is a Creature of Society and is subject to the Calls of that Society whenever its Necessities shall require it, even to its last Farthing“.

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