El Butano Popular

Librepensamiento y explicaciones

Capítulo cuarto

Nacho Vigalondo Lo he perfao, por favor— 25-11-2010

Hace unos meses, muchos meses antes, cuando Rubén me propuso participar en El butano popular no tuvo ningún reparo en dejarme bien clara su desconfianza: “Vosotros, los directores de cine como tú, de repente, desaparecéis“. Rubén me pedía regularidad, un compromiso, el mismo que te pidió a ti, Crespo, a todos vosotros, pero dejándome claro que si yo le fallaba no le resultaría sorprendente. A vosotros no os dijo nada así, ¿no? ¿Os gustó mi película?

Yo estreché su mano, espantando sus temores. Tenía clarísimo que fallar la periodicidad en el Butano me daría mucha más vergüenza que rechazar de entrada la oferta de Lardín. Pero el problema es que sabía, tan bien como él, que tarde o temprano mi apretada agenda de filmmaker desbarataría la fecha de alguno de mis textos.

La solución provisional se me ocurrió a los dos días, y así se la conté por teléfono: convertiría mi sección en una serie de textos en las que iría relatando cagadas propias, cagadas reales. Patinazos en el terreno laboral o personal, viejas anécdotas o tropezones que iría sufriendo. Y, en caso de fallar a una entrega, se podría entender mi falta como un chiste metalingüístico cogido por los pelos: “La perfada de esta semana es este espacio en blanco“.

Lardín lo rió por teléfono. “Me encanta, Doc”, dijo.

El problema es que, llevado por una ambición de ultimísima hora, Lo he perfao, por favor, la posible serie de descripciones de cagadas terminó siendo Lo he perfao, por favor, un discreto experimento en el que iba a intentar construir un serial de misterio repleto de enigmas partiendo únicamente de observaciones reales y elementos autobiográficos.

Es decir, tiré por tierra la posibilidad de convertir un retraso en una gracia más.

Entonces, ¿qué hacemos con el terrible retraso con el que llega esta misma entrega, el capítulo cuarto? ¿Hay excusa?

La hay, Doc.

¿Cuál?

Esperarte a ti.

No a ti, Borja Crespo, sino a ti, la misteriosa alusión en segunda persona en el capítulo tercero de Lo he perfao, por favor.

Escribí esas líneas convencido de que dejarías de ser un acto de fe, de que mandarías un mail a , confiando además en que lo harías en un tiempo menor al que solía darse entre capítulo y capítulo hasta ese momento. No llegabas, y decidí darte un poco de margen, jugando con la confianza de RubénAnnabel LeeLardín. Confianza que se mermaba según pasaban las semanas pero sin extinguirse del todo, gracias a las decenas de mensajes de texto al teléfono de Lardín en los que insistía una y otra vez a que sin ti, sin tu mail, sin tu aparición sorpresa anunciada, se vendría abajo el cuidadoso mapa estratégico que había diseñado con cuidado extremo antes de escribir el primer borrador del primer capítulo de Lo he perfao, por favor.

Al mes, un mail de Hijo Tonto bastante seco me acusó, sin más rodeos, de estar improvisando excusas, de continuar la “maldición del cineasta”. Yo sabía que hablaba por el otro, por Sam Peckinpah, hermano perro. Rubén Lardín estaba echando sus perros, quemando naves, una vez más, puesto contra las cuerdas por culpa de El Cine Español.

Pero ayer recibimos tu mail. En estos momentos, la cúpula “butanera” está tranquila. Resumiré tu mail y lo contestaré en el siguiente capítulo de Lo he perfao, por favor. Los demás lectores tendrán la oportunidad de descubrir quién eres y qué te ha convocado a este misterio. Quizás alguno crea haberlo adivinado. En tal caso, si le apetece, puede escribir un mail a y demostrarlo. Es una propuesta secundaria, no pienso esperar a nadie.

Comparte este artículo:

Más articulos de Nacho Vigalondo